Jorge Garcés B.
Naciones Unidas se creó después de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de evitar más conflictos bélicos entre los Estados. Y, aunque no pudo impedir las guerras de Vietnam, Irak, Afganistán, Líbano, Israel y Palestina o recientemente la guerra entre Ucrania y Rusia, sólo por mencionar algunos de los casos preferidos por Chomsky; y, aunque tampoco ha podido evitar el creciente aumento de los conflictos armados al interior de los países desde 1945, o mucho menos apaciguar el conflicto contemporáneo del individuo consigo mismo, creo que es mejor un mundo con Naciones Unidas que sin ella.
No obstante, “el hombre contra sí mismo” es el resultado de una exigencia tan cruel que, como diría Kafka, “hasta los dioses están cansados”. Trabajar mucho es teológico, pero cansarse de trabajar mucho produce una inmensa felicidad. Ya veremos por qué. Mientras tanto, es muy común que la gente confunda las enfermedades mentales o las crisis nerviosas con demonios, brujas y espantos que los tienen poseídos. Lo cierto es que sufrir de depresión, ir a terapia y comprar psicofármacos es un lujo que pocos pueden darse.
Ante este panorama sólo nos queda el descanso para volver “a construir el yo”, porque hemos pasado del mundo agrario, es decir, del músculo y el tacto, a las esferas del sistema nervioso y el “colapso del yo”. Hacemos parte de una sociedad donde debemos dar resultados constantemente, donde “nada es imposible” y nadie es consciente de sus límites. Por lo tanto, no nos queda otra alternativa que ser productivos y eficientes sin llegar a confundir la gimnasia con la magnesia. De lo contrario, de la fábrica a la clínica de reposo hay menos de media cuadra o una manzana a la redonda.
Entre tanto, el ser humano que trabaja libremente es el mismo ser humano que internamente se encuentra encadenado y que no le pertenece a nadie, porque el sentimiento de libertad produce un agotamiento y una soledad profunda. Sin embargo, esto es lo que nos mantiene productivos, activos y ocupados. Simultáneamente, estamos siendo bombardeados por todo tipo de estímulos, obligándonos a distribuir o a fragmentar nuestro conocimiento, tiempo, trabajo, sentimientos y atención para permanecer vigilantes, expectantes y sobrellevar los desafíos contemporáneos. En síntesis, “mucha actividad significa poca resistencia”, aunque saber escuchar al cuerpo y ser conscientes de nuestra conciencia debería indicarnos cuándo es necesario hacer un alto en el camino.
De igual manera, ya no hay tiempo para aburrirse, a pesar de que el aburrimiento es el momento ideal para la relajación; para soñar, contemplar, escuchar y comprendernos. Por si fuera poco, hemos cambiado la capacidad de asombro por la capacidad de cuestionarlo todo y hemos sacrificado, por ejemplo, los elementos contemplativos más bellos de la naturaleza y el arte por llevar una “vida activa”. En el mejor de los casos trabajamos 50 años para hacer lo que deberíamos haber hecho hace 50 años y cuando nos llega ese momento tan anhelado, nos deprimimos o nos llenamos de angustia, porque sólo sabemos trabajar.
La sociedad moderna sólo sabe trabajar y la felicidad de hoy depende de qué tan duros e implacables somos con nosotros mismos. Por eso ya no se necesitan los jefes o los patrones para esclavizarnos como antes, porque estamos inmersos en un sistema muy astuto, pero sólo estando dentro de este sistema tan cruel es que podemos intentar cambiarlo. Nietzsche decía que debemos aprender a mirar, a pensar, a hablar y a escribir. Y según Hegel, la otredad es la que nos mantiene vivos.
Por otro lado, “saber decir no” sigue siendo la afirmación más valiosa del lenguaje. Sin “saber decir no” la espiritualidad, la mística, la reflexión y la contemplación no podrían liberarnos de todo aquello que se nos atraviesa, obstaculiza o impone en la cotidianeidad. Además, porque todo “comienzo del yo” lleva inevitablemente al “cansancio del yo” y algún día a la muerte del individuo.
Por eso existen los evasores, para que no colapse una sociedad cansada de estar sola, pero que trabaja como loca para sentirse cansada y no sentirse culpable. Como puede verse, el cansancio que produce el trabajo es una droga, porque te hace sentir con la satisfacción del deber cumplido y, además, te recuerda la responsabilidad que tienes con la sociedad. Dicho de otra forma, el cansancio que produce el trabajo es moralizante y articula “el yo” con el día, la noche y la sociedad; mientras te hace sentir útil, te mejora el autoestima y hasta te aumenta el deseo de amar y ser amado.
Al mismo tiempo, el cansancio que produce el trabajo convierte los deberes en realizaciones para que le obedezcamos juiciosamente al “juez kantiano” que llevamos dentro. Esa vocecita interna es el único vínculo que tenemos con nosotros mismos, dado que afuera la fuerza es pavorosa, la relación con el conflicto es permanente o al conflicto lo llevamos oculto y bien adentro; sin tiempo o voluntad para enfrentarlo, sin dinero para visitar un terapista o sin herramientas para trabajar dialécticamente el problema.
El filósofo Byung- Chul Han piensa lo contrario. Él considera que la democracia y la depresión carecen de “fuerza concluyente” y que la ausencia de conflicto es la que genera el mayor conflicto en las personas. En otras palabras, que permanecer en la zona de confort y sobreproteger o sobreprotegernos puede llegar a ser más peligroso y dañino que salir afuera para enfrentar los miedos y vencer las inseguridades.
En últimas, el sistema está diseñado para que trabajemos y para que a lo largo de la vida algunos se sometan, otros se proyecten u otros queden atrapados infelizmente entre las expectativas y la realidad. La vida es larga, a pesar de lo fugaces que somos, vivir es complicado, pero "trabajar mucho también es una especie de profanación". Byung- Chul Han remata su ensayo diciendo que aprender a demorarnos es lo más cercano que estaremos a la eternidad y vivir de fiesta lo más cercano que estaremos a los dioses.
LANZA LLAMAS. Es evidente que existe una desconexión entre el gobierno del presidente Petro y las Fuerzas Armadas. La nueva política de seguridad, la nueva política de drogas y la agenda de paz están descuadernando al país.
DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
HAN, CHUL BYUNG-. “La sociedad del cansancio”. Editorial Herder S.L., Barcelona - 2022.
Dios nos ayude